Mérida, 14 de julio (Infoqroo).- Disfrutar de las refrescantes aguas cristalinas de los cenotes, visitar las zonas arqueológicas, llenarse de cultura y misticismo a través de un recorrido por los conventos, o deleitarse de la costa yucateca son opciones que deben tomarse en cuenta a la hora de planear un itinerario de viaje para pasar un verano de muchas experiencias en Yucatán.
Para los mayas, los cenotes tenían mucha importancia, pues los consideran portales al mundo de los muertos conocido como Xibalbá, sitio donde moraban los dioses, antepasados y demás seres sobrenaturales, que se ubicaba en el subsuelo y bajo el agua.
Entre otros, se recomienda visitar los cenotes, Noh Mozón y Pixyah, en el municipio de Tecoh; Kankirixché y Yaal Utzil, Abalá; Paraíso Papakal y Chunkuy, Cuzamá; Lol Ha, Yaxunah, Yaxcabá; Yokdzonot y los de Homún.
Una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, Kukulkán, en Chichen Itzá, es un sitio que merece ser visitado, pero también no sólo este lugar derrocha ciencia y tecnología antiguas. Igual está Dzibilchaltún, Mayapán y el Templo de las Palomas de Uxmal, donde las luces y sombras se cruzan para obtener el efecto deseado por los antiguos astrónomos mayas.
Yucatán tiene más de 80 grandes construcciones mayas y se siguen descubriendo más.
Recorrer la Ruta de los Conventos es una experiencia diferente de otros en el país. La mayoría fueron construidos por los franciscanos, que llegaron a la Península de Yucatán desde 1524.
El recorrido puede iniciar en Acanceh, donde se levanta desde el siglo XVI el templo amarillo de Nuestra Señora de la Natividad y la capilla de la Virgen de Guadalupe; el viaje puede continuar hacia Tecoh, cuyo convento de la Virgen de la Asunción fue construido sobre una pirámide maya.
Luego pasa por Tekit, Mama y Teabo, cada una con antiguas parroquias, el histórico Chumayel, Maní –donde el polémico Fray Diego de Landa quemó en 1561 decenas de códices y altares–, pasa por Ticul, y ya de regreso a Mérida visita Muna, Umán, y los dos pueblos mágicos: Izamal y su convento de gigantescas dimensiones, y en Valladolid, el templo de San Bernardino de Siena.
Progreso, con su larguísimo muelle, es muy mencionado por su cercanía a Mérida, a media hora, pero la realidad es que el estado tiene un litoral de casi 400 kilómetros, que ofrece sitios para todos los gustos.
La ruta puede comenzar en Celestún, y de ahí seguir a Sisal, Chuburná, Progreso, Telchac, San Crisanto, Chabihau, Santa Clara y el límite de la Riviera Yucatán, Dzilam de Bravo. Luego de rodear la reserva, llegae a la franja costera conocida como Puerto Maya, que abarca San Felipe, Río Lagartos y Las Coloradas, hogar de flamencos y lagunas rosadas.
El final del recorrido, está en El Cuyo, lugar donde se unen las corrientes del Golfo de México y el mar Caribe. No vas a creer los colores del agua y la paz que hallarás en ese destino.