Mérida.- Lo único seguro en este país, tras lo sucedido en días pasados en Cancún es que no hay nada seguro, o quizás, que lo único seguro es que en nadie o nada se puede confiar.
Si algo le faltaba a la sociedad y ciudadanía cancunense tras el recrudecimiento de la violencia siempre latente desde comienzos del presente siglo es la pérdida total de la confianza en el gobierno del que depende.
Fisrt National Security fue la gota que derramó el vaso en Cancún y en todo México al quedar evidente que el ciudadano está desprotegido no ante la fuerza del gobierno, sino del Estado en sí, un estado en el que, contra el discurso oficial, no hay división de poderes y si unión para lograr sus propósitos, a costillas de lo que fuera, incluyendo el ciudadano.
Galu informó la semana pasada que el titular de la Subprocuraduría Especializada en la Investigación de Delincuencia Organizada (Seido), Alonso Israel Lira Salas, argumentó que el operativo que despojó de sus propiedades y arremetió contra sus derechos y dignidad a mil 500 personas fue legítimo y legal, toda vez que un juez les concedió el aval necesario para ello.
Ello demuestra que si bien las leyes, valga la redundancia, son legales, no son siempre, o mejor dicho, casi nunca, justas.
En este caso no puede ser justo que sin aviso, sin mediación de un abogado, notario, o lo que fuere, cerca de mil 500 (porque habrá quienes sí estaban “chuecos”) se mantienen con el Jesús en la boca, sin saber si recuperarán o no sus bienes, muchos de ellos producto de una vida de trabajo y que contra lo que dijo el señor de la Siedo, estarán, al menos, bajo el escrutinio de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
¿Cómo le comprobará, por ejemplo un próspero taquero, o comerciante independiente a “Lolita” o a “Justino Morales” el origen de su pequeña o mediana fortuna si nunca dio facturas, y si en el banco le quitaban más de lo que le daban y prefirió meterlo a una caja donde se suponía sólo él podía meter mano?
O, ¿Cómo le hará la persona que se quejó ante los medios para preservar la vida de un familiar que necesitaba el marcapasos que la Siedo está averiguando si era parte de las tranzas de una conocida delincuente que controlaba el bajo mundo de las drogas en Cancún?
El atropello al 99 por ciento de los afectados, que fue la noticia principal de la semana pasada en México tiene o podría tener ramificaciones nada halagüeñas para la economía local y regional que tiene su principal peso en el flujo turístico a la cada vez más dañada en su imagen joya principal del turismo mexicano.
Ello, por la pérdida de confianza no sólo por las balaceras callejeras, ataques de maleantes a la propia fiscalía y demás golpes a la tranquilidad.
Asimismo, por el latente bloqueo que los afectados de Fisrt National Security prevén hacer en plena zona hotelera, justo cuando vienen las vacaciones de diciembre en las que confluyen los turistas mexicanos y los europeos y norteamericanos canadienses y estadounidenses que integran el principal porcentaje.
Las fotos y vídeos de este desastre con todo y ataúd de madera en la principal avenida turística de México y Latinoamérica terminarán de arruinar la imagen que tanto se ha querido cuidar de Cancún y, también, integrarían el próximo reporte del Departamento de Estado de Estados Unidos que en su última edición si bien no despedazó a Quintana Roo, ya le encontraba más de un pero para sus ciudadanos.
Sería un auténtico relajo, algo similar a lo que sucede en las tierras del señor Maduro al que con tanto recelo ven desde aquí los antagonistas de su “correligionario”, el presunto “Mesías Tropical” y que desde hace años dicen que este polémico personaje podría quitarle, en caso de llegar a Palacio Nacional (porque dice que a los Pinos no va) sus casas a los mexicanos, a los que, de momento, ya les pueden quitar sus bienes muebles que ni bajo el colchón están ya seguros.